Tu y yo somos uno.
Tu con tu mirada de mar, fría e impredecible, a veces en calma, otras embravecida, pero con esa atracción que tiene el agua sobre mi.
Yo con mi mirada de tierra, oscura y cálida, llena de secretos que descubrir.
Cuando se encuentran tu mar y mi tierra se acarician, se revuelcan, intentan introducirse el uno en el otro, con cariño, con violencia, pero siempre unidos, por ese vínculo invisible en el que uno habla y el otro termina la frase, uno da y el otro recibe, uno siembra y el otro recoje.
Tu y yo somos uno.
Tu pelo el trigo que crece en el campo, mi mano el viento que juega a acariciarlo. Brilla a la mañana y desprende ese delicado aroma, mientras el viento busca la forma de despeinar las espigas.
Tu y yo somos uno.
Tu con tu mirada de mar, fría e impredecible, a veces en calma, otras embravecida, pero con esa atracción que tiene el agua sobre mi.
Yo con mi mirada de tierra, oscura y cálida, llena de secretos que descubrir.
Cuando se encuentran tu mar y mi tierra se acarician, se revuelcan, intentan introducirse el uno en el otro, con cariño, con violencia, pero siempre unidos, por ese vínculo invisible en el que uno habla y el otro termina la frase, uno da y el otro recibe, uno siembra y el otro recoje.
Tu y yo somos uno.
Tu pelo el trigo que crece en el campo, mi mano el viento que juega a acariciarlo. Brilla a la mañana y desprende ese delicado aroma, mientras el viento busca la forma de despeinar las espigas.
Tu y yo somos uno.
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