Traje de madera No sé por dónde empezar. Cuando los sentimientos se viven intensamente, luchan por ocupar un lugar que no les corresponde, agolpándose y ocupando hasta el menor resquicio. Curiosamente, cuando esos sentimientos se convierten en recuerdos, parecen diluirse a la misma velocidad que se crean, quedando unos pocos que casi parecen irreales, como cuando intentas atrapar el humo con tus manos y ves como se escapa entre los dedos. Aquella tarde, en el sillón, una tarde más, televisión y hastío, el soniquete desagradable de la vida cuando parece no pasar nada más que la monotonía. En aquella época la abuela ya no estaba bien, hacía un tiempo que su alma había abandonado su cabeza y sólo era cuestión de tiempo que abandonara su cuerpo. Ese día de nuevo había tenido que visitar urgencias, mi hermano me llamó y me lo dijo, yo le pregunté si necesitaban que me acercara (iban mis padres y él), respondió que no, que no me preocupara. De repente, sonó el móvil, vi que e...
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